Desarrollar en los niños:
la autoestima y la alegría, la capacidad de disfrutar de la vida y de lo que tienen;
la tolerancia a la frustración y perseverancia en lo que se proponen;
disposición para quererse y cuidarse, a si mismo y a los demás;
la autonomía;
Iniciarlos:
al silencio, en la escucha y la reflexión, como actitudes de vida;
al encuentro con Jesús en la oración;
al desarrollo de la espiritualidad salesiana (de la presencia de Dios en lo cotidiano, del sentido de la fiesta y del deber, etc.)
Fomentar hábitos de integración social:
escucha;
respeto;
rechazo por situaciones violentas, disposición al diálogo en situaciones conflictivas;
solidaridad, cooperación;
atención y sensibilidad por los que sufren o necesitan;
Crear y gustar de un clima – ambiente positivo (cordial, sereno, de respeto, tolerancia y colaboración)
Incorporar a las familias a la Comunidad Educativa, con una fuerte presencia en la formación y acompañamiento del niño y de su familia.
Enmarcar los procesos de enseñanza-aprendizaje dentro de los proyectos y propuestas del nivel, basados en un Diseño Curricular prescriptivo.
Al finalizar el nivel inicial, se pretende que el niño:
Sea un ser social independiente, participativo, solidario, observador, respetuoso y creativo.
Que sepa trabajar en libertad y alegría.
Que manifieste sentimientos de pertenencia a un grupo.
Que actúe cooperativamente.
Que investigue, experimente y maneje distintos tipos de materiales.
Que posa hábitos de higiene, orden y cortesía.
Que tenga seguridad para expresar su opinión.
Que tenga control de su cuerpo y seguridad en sus desplazamientos.
Que valore la lectura y escritura como forma para comunicarse.
Que construya y aplique nociones matemáticas a la vida cotidiana.
Que descubra a Dios en los hechos diarios y lo ame.
Que se incline por el respeto, la afectividad y la responsabilidad.
Que cultive la autoestima, con disposición a quererse y cuidarse.
Que rechace las situaciones violentas, estando dispuesto al diálogo en situaciones conflictivas.